7.14.2013

MARY SOTO: POEMAS

 Selección a cargo de Róger Santiváñez 
de los Poetas del Movimiento Kloaka

ORIFICIO MI CORAZÓN TODOS LOS DÍAS

¿Cuándo plegarás
tus alas
buitre de acero?

Sofocante
sigiloso fuego elevándose
hurgando
el afilado pico
en lo más profundo del
abismo de mis días

Huyo por los pasillos
él acecha sin descanso
no hay tregua para el viento
tardes de eucalipto
no hay pausa para
el río
sonora frescura de
sus aguas

Puntualmente todas las
noches llega/
desgarra mis ropas
hollín invadiendo mis
sábanas blancas/
afuera el aguacero cae fuerte
en el corral de los
animales/
ensangrentándolo todo
en sus uñas lleva
los retazos de mi piel
madeja soy debajo de las mantas
un pequeño ovillo
atascado desmenuzándose
disolviéndose asustado
me encuentra
esquivo la mirada
corto las venas
desdeño el sol incandescente
de todas las mañanas
prohíbo el mar que no
conozco

Sin pausa hiere
mis pulmones
una sola espada
y caen las estalactitas
remotas de mi infancia
la casa de azúcar y
brisa
que de segundo a
minuto con tanto
afán construyo.

No hay piedad por sus
altas montañas cristalinas/
fragantes antarupas
crecen en la entrada
madreselvas
grillos
pequeños grumos
de escarcha y
sentimientos

No hay piedad por el
polvo diminuto que
tiñe los peldaños
pomposas las
nubes en los
balcones
el dibujo de
mis zapatos en
el patio

Tanto que cuesta tejer
La trama del helado
juego de adoquines/
disciplinada la palabra/
precisos los gestos/
buenos actores
somos las víctimas
cada instante
cada fracción del espacio
construyendo el personaje
no ajado
no ajeno
al fino sendero ofrecido
a los pies
de quienes no los
habita el frío/
fuertes los huesos
valientes los poros
águilas volando la mirada
centellas bailan en la frente

Y luego de tanta ficción
agotada del levantado
telón
inútil tanta epopeya/
vuelve a reptar sin
despertar sospechas/
en la oscuridad de los
calmados/
con luna o con garúa
con ruido de pianola
o en el sencillo rugido
de la calle
abre sus fauces
desalmado
ya no hay mariposas
amarillas
ni pétalos adheridos a
los libros
sólo el hilo de sangre
corriendo entre mis
piernas/
aquella mugrosa
tarde

Orificio mi corazón
todos los días
despellejado se desangra


Hemos cercado
la ciudad
la gente nos mira
extrañada
algunos se alejan
asqueados
y repelidos
por nuestras ropas
otros nos miran espantados
desde lejos
una mujer me evade la mirada
cuando llegué a sus ojos
presentí el mismo frío de luna
que yo siento algunas noches
debajo del puente
allá en el río
entre el chillido de las ratas
pequeña prisa del agua
corriendo sucia
espesa sin detenerse
con su carga de basura humana
y animales muertos


Mariposa citadina
frágil
acaricia la niebla
entre el monóxido de carbono
 los pasos sedientos
de los tristes
sin trabajo
periódico bajo el brazo
asustados
allí ella
suavecita
espléndida
y débil
con el pavor y la impavidez
de la víctima
tercamente se acerca al fuego
luego del asalto
feroz de la llamarada
desafía en vuelo
el antiguo dibujo
de sus alas
nunca más
salvajemente perfecto


VALQUIRIA  DE FUEGO


I  Escaramuzas

Piel mariposa
alegría siwar qenti
fuerza y tenacidad kuntur
cotidianamente en este animal
 me reconozco
valquiria de fuego
etéreas alas
razones de
sinsabores antiguos
heme acá entera
explorando el fondo de mi abismo
de pie en el pasillo de un corazón exhausto
infausto su gesto
tropel enloquecido
de pájaros fosforescentes
quebrantadas fronteras
regadas en la pradera
más dolorosa de la vida
animal herido
por la guadaña tramposa
de la muerte


II  Derrota

Un poco de mí
se pierde
arrastra
hunde
enloda
sitiada por los orificios
del alma
deambulando por calles polvorientas
figurillas de sombras y resplandores
llevo ajustadas en mis manos
arrugadas las palabras
ensortijadas las preguntas
una
a
una
despacito
desbrozan
la tierra
paso
a
paso
profanando su humedad
envileciéndola
mancillándola


III   Desquite

Acercarse
beber aguas de la calma
escapar al torbellino
mirar fijamente al sol
secar el sudor de mi frente
levantar alhelíes con los labios
caminar así lentamente
sin mirar atrás
seguir  peleando y luchando
como en todos los tiempos
imbatible
el camino lleno de abrojos
en marcha sin rendirse
RECUPERANDO LAS IRAS DEL COMBATE.


SONQO RIMAKUSK´AYKI

A él a quien espero
día a día.
                                                                                                                                        
Sonqo rimakusk´ayki
déjame decirte corazón
cantar tu ausencia
en este antiguo pentagrama
acá en Waytara
ópalo mi pelo encabritado
terquedad del aguacero
                                      borrasca
que se llevó tu sombra
melodía
                             que hurgo
piedra redonda
                             que busco
espera que alberga
                             inútil
                                      e
                                                incesante
que llamo


Rimakusk´ayki
tu voz
se expande lenta
en cada puerta
que se cierra en mis narices
abismo
          que me separa
                             me hunde
extiende
                   y clava su guadaña
en esa piedra
                   allí
la trampa del olvido
muliza afincada
en mi alma
                   allí
arpa y violín
                   tu piel
ánima embravecida
                             tu recuerdo
atravesado
en mi garganta
                             allende tú
nísperos
                   muñas
                                      y tunitas
chicha de fiesta
                             incandescente
humedad
y
fuego
                   castillos en el aire
humedad
y
fuego
                   el riachuelo
esta mi herida
                   de tu ausencia



Kutimuy
                   corazón
aquí
          déjame decirte
torcazas vuelan
colgadas de tu cimiente
                             río invernal
cargas
          tus vivos y tus muertos
huyes tú
          de la celada
desbrozas el camino
con hoz sedienta
                             de mi pueblo
Canta
          que corres
Canta
          que no regresas
eco y voz
          que no retornas
cantando
          barrancos y pedregales
heme aquí
          piedrecita tenue
          que te espero
aquí heme
          tukuy sonqo waimi
                                      kuyakuiki
ahora
          que con todo mi corazón
                                      te quiero


CAMINO HACIA EL AVERNO


Todo fue forzado  
por la soledad que se metía
por los ojos y los codos.

Impertérrita esta pena
defendía una a una
sus fronteras
ya el alba sin sal y sin enaguas
ya la noche sin alcohol
y amor para la sangre.

Una a una las compuertas
forzadas
y los castillos de cristal
                                       nuevamente
                                                          cuidadosamente
                                                                                      construidos.

Sus altas torres góticas
gotas de rocío trepando
las columnas
espejos y telarañas
pendiendo alto en las paredes
y el piso una escarcha finísima
que crujía en cada paso.

La niña corría enloquecida
a veces trotaba sobre el lomo
de un potro acaramelado y salvaje
mojando con la punta de los dedos
los días de Canta
tardes de Waytara.

Allí tejía la trama
con el afán de las arañas
demente se negaba
a reflejar sus ojos en el agua.

Allí construía y reparaba
las paredes que con el aliento
se rompían
ella recogía y ordenaba
uno a uno
                  los añicos
                                    que volaban por los aires.

Inútil la verdadera fotografía
de tanta labor estéril
inútiles las melodías
del fracaso
el eco de sus diminutos
zapatitos de charol
todo lo opacaba.

Más a veces
en su terquedad invencible
se sentaba a la vera de su sueño
entonces…
los demonios feroces
aprovechaban su desconcierto
danzando traían las hilachas
antaño conjuradas.

Ella
reía necia y feliz
observaba anonadada
su vestido con encajes
los moños y listones prístinos
en su pelo
                 sus pequeñas uñitas recortadas
y cuando
                 así suspendida en su demencia
                                                          estaba
aquel dolor llegaba despacito
de un asalto
                     sujetaba sys costillas
                                                la zarandeaba
y sin piedad era arrojada a sus fauces
su cuerpo volaba inerte y
                                       luego
                                                caía
                                                          caía
                                                                   y caía
                                                                             al pavimento
con la espalda partida de un sablazo
no podía erguirse
sus pétalos y blondas
sucios por el fango
                                rodaban
                                       y rodaban
                                                          por la calle
las peinetas de cristal
sus castillos de azúcar
se esfumaban con la brisa
en el paisaje citadino
sólo ella quedaba
                                  caminando
                                                errante
                                                            nuevamente sin zapatos.


ACÁ LAS GRACIAS


El mar se arrastra
transporta su historia milenaria
en cada una de sus gotas
gaviotas en vuelo rasante
el sol besando la garganta
de los días
aquí es tan fácil entender
la partitura de la creación
el sol
          la arena
                        la espuma de las olas
lejos la grita
                      el pan
                                   y el afán
                                             lejos todo
este es un dios benévolo
el hombre el guijarro que piensa
disfruta y ya no se queja
acá entre el mar y el horizonte
Antofagasta
                      antorcha
                                       afán
que gasta esta piedra
recodo en la ruta
la arena que se mete por los ojos
el sencillo sonido del agua
su porfía con las piedras
un ave que solloza su canto vespertino
acá la brisa
                     allá la calma
                                       allende los caminos
acá las gracias
por el nácar de la vida.


TAKI ONQOY
                          
El son de mi batalla

Y después de tantas esperas
y luego de tanto rojo y verde acumulando en ultramar
¿Qué nos queda?:
llevar el agua a los manantiales
para que ellos se agoten de sed en sí mismos
buscando el silencio insondable del culpable
Buscar el resquemor de la memoria
de tantas lunas y heladas
de tanto tiempo que se amontona
y remonta la velocidad del olvido
del aguacero que cae y perfila tu mirada
Yo me pregunto:
¿Qué espero de este culto de hierro?
¿De esta babel de cemento
Que se enhebra y crece como musgo
acechando mi memoria de luz y tiempo?
¿Y después de la carrera  del mayor odio
del pequeño estupor
de la sangre ensangrentada por la sangre
de la tierra enterrada por la tierra?
Sólo queda devolver esta antigua mirada de sol y agua
que levita solitaria
en el tendido de asfalto y brea
enceguecido / ensordecido
desplegar tus alas kuntur
parir en el grito de las warmis la sangre de los apus
cantar contigo Taki Onqoy en este  ojo del espanto


NADA HEMOS HECHO

Cogí a mi hijo señor y dije a ese viento que atravesó mi cara
no me asustes taita que nada te estoy haciendo
corrimos por la quebrada asustados de tanto ruido
mi wawa lloraba en mi pecho
no sé si de susto o de hambre

Cogí señor a mi hijo y por la ladera me fui temblando
lo que allí quedaba era de miedo y tenía la boca enmudecida
lo que más me dolía era el estómago
pero lo apreté fuerte y le dije al viento taita déjame pasar
que yo nada te estoy haciendo

Corrí lejos por el agua y por las piedras
por las piedras y los matorrales
espinas en mis pies
sudor en mi frente
mi wawita llorando todo el tiempo

No sé si volveré algún día taita le dije al viento
no sé si subiré otra vez por los eucaliptos
ahora sólo humo
ahora sólo muerte

Cogí a mi hijo señor
Y ahora esta arena se me mete por los ojos
nada he hecho yo
sólo salir corriendo
sin mirar para atrás porque daba miedo

Taita viento tú lo sabes
ahora mi pueblo no tiene nombre
la chicha no fermenta
y hasta el polvo ha perdido el camino de regreso
sólo dos cruces quedan tiradas en la acequia

Wawita palomita
pedacito de mi corazón
ese fue nuestro pueblo
color de luz olor de agua
ahora en esta arena negra
que nada sabe de nosotros
regaré con mi agüita salada
los capullos que crecen de tus brazos

Nada hemos hecho señor
sólo un techo pido
para que mi hijo pueda cubrirse del sol
para que la pesadilla
hasta esta tierra negra
no lo siga

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MARY SOTO (Sierra de Lima, 1957).  
Publicó Limpios de tiempo (1998). 
Integrante histórica del Movimiento Kloaka
Desde su juventud es una consecuente 
militante de las luchas del pueblo en el Perú. 
Vive en Lima.

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