11.12.2014

CARLOS PINTADO: EUCLID AVENUE, BLANCHE DUBOIS, Y BOOKS & BOOKS, LINCOLN ROAD




PREMIO  PAZ DE POESÍA 2014 
DEL THE NATIONAL POETRY SERIES EN NUEVA YORK 
POR SU NUEVO LIBRO NUEVE MONEDAS 
QUE SALDRÁ PUBLICADO EN EDICIÓN BILINGÜE POR AKASHIC PRESS.

EUCLID AVENUE

Euclid Avenue
separa
mi casa
de la casa del deseo:
los muchachos
-traídos acaso por el verano-
van y vienen
para que yo comprenda
la fugacidad de las cosas.

Cada vez que salgo a la calle, pienso:
los muchachos,
el deseo,
la fugacidad de las cosas.


BLANCHE DUBOIS


                     I have always depended on the kindness of strangers.
                             A Streetcar Named Desired. T. Williams


Me dices, buen amigo, que el deseo
eternamente viaja en un tranvía;
el deseo, esa breve melodía
que fluye como el agua del Leteo.
Me dices, buen amigo, que ya olvide
que toda realidad también es magia,
¿será que todo sueño se presagia?
¿será que toda sombra en luz se mide?
Ah, no sabes, amigo, que los años
amables o crueles han pasado
como pasa el amor por el olvido,
(¿el olvido? esa flor que habrás soñado)
para que digas: “siempre he dependido
de la amabilidad de los extraños.

BOOKS & BOOKS, LINCOLN ROAD


La imagen es otra, adolece. El cambio de estación apenas se advierte. Leía Invisible de Paul Auster cuando entraste al recinto: yo sentado y los libros, muchos libros, el olor del papel y de la tinta y nada más. Entre Rudolf Born, Adam Walker y ella, estaba yo como un testigo absurdo, de paso. Las páginas se sucedían; pensaba en el impulso, en el deseo del impulso, esa materialidad con que se forman las cosas. Invisible y yo, nada más; luego entraste. Vuelve el deseo. Invisible. Invisible. Leo algunas palabras pero la imagen regresa: tú vas de libro en libro, tus dedos rozan las cubiertas luminosas, el papel que guarda todo un mundo en otro idioma. En algún instante Born insinúa que el muchacho debería estar con su amante, con la amante de Born. Yo quiero estar en el mundo del libro, ser un personaje más, decirle a Born que el muchacho puede estar con su amante, con la chica francesa. No son los ciclos del amor, sino del deseo. Todo sucede como en el libro, pero al final estamos él y yo mirándonos despacio, sin lenguaje. Pienso en los límites de la devastación, en la lluvia que afuera cae, en las pocas palabras que el muchacho habla sin yo entenderlo; miro su piel blanca, sus ojos y mis ojos se encuentran en el vacío del aire. No hay triunfo; no lo habrá. Es una imagen, sólo eso, me digo. Antes de irse, sus ojos volvieron a mirarme. Sentí la inutilidad y la idea de pertenecer sólo a un recuerdo momentáneo, a la ausencia de todo y de las palabras.


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